El viento, el desierto, el petróleo, el aceite de oliva o la mantequilla.
La ley del Talión, el respeto, el futuro, la espera en aquella estación solitaria.
La vida que prende en cada palabra, los libros, las lenguas perdidas, Babel;
la torre, el rey, el enroque en el ajedrez y en la vida.
La rueda, la imprenta, la pólvora, la invasión cultural y silenciosa.
El miedo a lo diferente, el consumo, el planeta,
el árbol que secó de repente en la puerta de tu casa.
El plástico, el silicio, el coltán, el vinilo, el prozac y el estado del bienestar.
Los hijos, el bronce, el fuego, desandar el camino y el primer mono que caminó erguido.
La aurora, las dudas, el hambre, la herrumbre, el principio de incertidumbre.
El asombro, la luz, el instinto y la virtud.
El instante preciso en que del laberinto escapó el corazón de Teseo.
El ruido, el big-bang, el deseo, los quarks, la intuición, la navaja de Occam.
Los labios, el alma, la espera y la calma.
El instante preciso en que el paraíso expulsó la razón y el deseo.
Seremos un suspiro antes del final,
un ruido en el vacío un abrazo frío de la eternidad,
cuando se apague la última estrella,
cuando se apague la última estrella…
Letra y música: Laura Trinidad y Diego Salas
Canción incluida en el disco ‘Beber el tiempo’ (2011)
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